LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO

miércoles, 25 de mayo de 2011

mulholland drive, berlín

Deslizaste los dedos de tus manos entre mi cabello, yo deslice mis neuronas hacia la braguita que se intuía debajo de tus mallas negras y ellas se imaginaron tu sexo como una piscina de  agua fría en mitad de un verano caluroso, me zambullí flotando dentro de ti y lamiéndote enterita, dentro de una poza de agua cristalina en la que las paredes son de chocolate amargo, flotar  y nadar, chupar y chupar, una orgía húmeda y liviana, el limbo del amor llamado sexo, el comienzo de un verano loco. La espiral que nos espera en cualquier lugar, mi cabeza a mil por hora y tal vez un exceso de la hormona masculina que me hace salir de la piscina y desnudarte como si estuviera pelando un plátano helado a punto de ser troceado para mezclar con yogurt, un postre perfecto para empezar. Maravilloso el color de tus pezones como copos de nieve tostados, jugando con tus tetas como si fueran bolas de helado italiano, mordisqueándolas rabiosamente y metiéndolas en mi ojos tal prismáticos que muestran la guerra del fin del mundo, acierto a duras penas a besarte y a localizar tu sexo agarrándote de los glúteos cual hombre primitivo, mis manos en la polla me siento el zahorí más viejo del orbe agitando mi vara en busca del pozo de agua, hundiéndome como espada afilada, golpes severos y concisos que te hacen caer a ti también en la profunda espiral, me gritas y me golpeas como una madre al niño travieso, yo sin poder parar girando en mi ciclo sin forma ni final en el que  has caído rendida, hasta que el calor sale de mi cuerpo sexo-epiléptico, laten tus labios y yo te grito aún más a dentro: agárrate fuerte y te prometo no dejar nunca de girar………..   

1 comentario:

mendes dijo...

me dejas siempre ojiplatico