No voy a dar mi brazo a torcer, ni a depositar mi confianza en el ser humano, hoy he vuelto a recibir el tacto frío y afilado del metal en mi vientre, el cuchillo fácil de clavar y salir corriendo, el escalofrío que recorre todo mi universo. Es Alicia en el país de las maravillas o Caperucita roja la fragilidad como escusa, el disfraz tras el cual alzar la mano para cortar las alas de cualquiera que agite sus brazos pensando en volar. Un petirojo que sufre su herida sangrante perpetua en el pecho, el por qué de mi silencio, porque hoy voy a echar a volar del nido en mitad del precipicio sabiendo que tengo rotas las alas.
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