Me desperté muerto de frío y empapado en un sudor de olor metálico.
Tumbado en una playa del Caribe con los cocoteros formando un mar verde paralelo al océano, el sudor vistiendo mi cuerpo delgado como una tela invisible, me divinizo y me convierto en tierra fina que se escurre entre los dedos de las manos de todas la personas de este mundo, me rezan y me odian, me piden clemencia, mas yo siempre seré escurridizo y mal criado, bondades de un dios que nos guía hacia la espiral.
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