Partimos de puntos infinitesimales, de la inocencia más primitiva, participando de un universo que se encoje y alarga como un acordeón, y nosotros sin darnos cuenta de nada. El problema de la percepción, de precipitarnos a cada instante, no de adelantarnos, sino de caer al suelo humillados por un orbe que no somos capaces de comprender, no somos capaces ni siquiera de sentir, maldito cuerpo, cárcel blanda y viscosa recubierta por la engañosa piel que nos da una apariencia soportable, mientras no somos más que lagartos con apariencia humana, no me perdí ningún capítulo de “V” y no creo que haya ficción que se aproxime más a la realidad.
Que la realidad es insoportable, que los marineros que flotan por la mar cuando ponen sus lindos pies en la tierra les encanta emborracharse hasta perder la consciencia, que los astronautas cuando regresan no se tienen de pié, las fuerzas les fallan y el cuerpo no les responde, bueno yo creo que si les responde: ¿cuerpo, quieres volver a la realidad terrestre? Y el cuerpo responde desplomándose nada más sentir la atmósfera y gravedad terrícola. La ceremonia del lagarto, la gran religión humana, flotemos y bailemos misericordiosos, consagrados a lo trémulo, el futuro es de los gusanos.
Por que la primavera es maravillosa, el verano caluroso y el otoño inquietante, solo puedo vivir en invierno, empujarme por las laderas nevadas de los pirineos o de la sierra de guara, así recobraré el sentido y tal vez pueda mantener una conversación con sentido algún día frío que sople mucho cierzo o viento del norte…….
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