LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO

jueves, 21 de enero de 2010

el olor de las cosas, el sabor de los sentimientos

La cabeza se me hace agua, la garganta se me seca, el cielo esta rojo y atardece, no tengo amigos cerca ni amantes lascivos que me entretengan. Tengo un edificio de cuatro plantas, una terraza vacía y fea y veinte metros hasta el suelo. Tengo un precioso cuerpo tonificado por el esfuerzo y una cara bonita que hubiese rajado gustosamente más de una vez, tengo ganas de drogarme y dar un traspié, la chispa de un borracho y la gracia de un payaso arrugado. No tengo ganas de ir a nadar a una piscina llena de extraños, ni fuerza para separarme de este pequeño precipicio.


Hoy pienso esperar a la luna aquí, haciendo equilibrio en la valla de mi terraza fea y vacía, sintiéndome muy vivo, deseando la paz del vacío y el calor de la tierra, pero sin mucha intención de morir, solo de jugar con la muerte.

Bendecido por el baile y el equilibrio seguiré esperando a la luna de alguna forma perecedera, tarareando las canciones de Johnny Cash desde San Quintín y el último disco de Placebo “Battle for the sun”: ¡cenicero, cenicero, mi corazón es un cenicero!.............................................

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante lo de la piscina llena de extraños...

Antonio

Miguelito dijo...

No des el paso Bob que te queremos, y tu cara tambien que sino luego no me das juego con las chavalitas.
Este lo he seguido, menos marciano, me gustó
Un abrazo