Salí de mi habitación y fui hacia la cocina, era media tarde, entre las líneas de luz que entraban por la ventana intuí unas pequeñas alas, me fijé bien y vi una mariposa entre rosa y amarillo chillón, me gusto. La perseguí con la mirada quieto desde donde me encontraba, zigzagueó unas cuantas veces y se poso en un costado de la nevera.
Fui rápidamente hacia el cajón donde guardo los coladores y cogí uno lo suficientemente grande. La mariposa seguía allí, cerré el cajón y camine hacia la nevera, en ese momento voló y se posó en la parte superior del respaldo de una silla, no vacilé y conseguí poner el colador encima suyo sin chafarla, la tenía presa, tape con la mano la única salida y dejé el colador apoyado sobre la mesa, la malla hacia de pequeña cárcel de la belleza insectívora. Salté hacia la despensa y cogí un bote de cristal grande, de unos 10 litros de capacidad, me suena que antes hay teníamos miel, ahora bien limpio iba a ser la casa de mi diminuta presa. La coloqué dentro del cristal de manera sencilla, la amarillo-rosa estaba tranquila, casi no se agitaba, la puse en medio de la mesa de la cocina con el tape un poco hueco para que no le faltara el aire, me senté en una silla y empecé a observarla, le costo un rato despertar pero poco a poco empezó a volar dentro del tarro. Apoye mi mano derecha plana y bocabajo en la mesa y mi mano izquierda sobre ella, encima de las dos coloque mi barbilla y acomodé mi cabeza sobre las manos y el culo sobre la silla, me dedique a mirar los vuelos, las direcciones, los círculos, las caídas, los despegues, los aterrizajes, las espirales, tanto en negativo como en positivo; los contrastes entre la luz del sol al rozar el cristal y el reflejo del cristal entre los colores de las alas de mi cautiva, que ácido, llegué casi al ataque epiléptico sin darme cuenta, flote con ella durante un tiempo indeterminado, la poseí, empaticé y gocé con ella durante un tiempo indefinido. La magia fue decayendo con el sol y cuando las penumbras dominaron el espacio semidiáfano de mi cocina empecé a despertar poco a poco, volví a mí con la oscuridad total y reflexioné sobre todas las sensaciones pasadas. La sensación que me quedo fue como de vacaciones cerebrales involuntarias e insoportablemente bellas, dejé la mente en blanco un momento conscientemente y di gracias al bello insecto por acompañarme en el viaje. Me levante sin dar la luz y cogí el tarro, lo saque por la ventana y quite el tape, la mariposa se fue hacia el oriente mientras yo sentía que me miraba de reojo, le mande un beso y la despedí.
La vida es de una belleza inaguantable, ojala todas y todos los que estáis hay, al otro lado, lo compartáis conmigo, va por vosotros…….
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1 comentario:
Preciosa! Me alegra ver que todavía disfrutas con esos pequeños momentos mágicos que nos brinda la vida...
Sonríe!
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