LA GUERRA DEL FIN DEL MUNDO

lunes, 16 de noviembre de 2009

¿soy bipolar?

Y disfruto con mi manera de retorcer la puta realidad, y la realidad me responde intentando retorcer mi cerebro, y la cadena puede ser infinita si no golpeas en el momento oportuno, me refiero a un golpe seco y certero, algo así como una buena patada en los huevos, ya sabes lo que quiero decir, que te haga clavar las rodillas en el suelo, genuflexión por kO.
Por que me empeño en participar del universo, me pienso más cerca del mundo y sé que nuestro planeta es una mota de polvo con suerte, solo eso, y girando en esta idea recuesto mi cabeza sobre el respaldo de la silla delante del ordenador mientras casi por instinto cierro los ojos, mi mente empieza a girar sobre esta idea a la vez que mi mano izquierda acaricia mi cara, mi barba descuidada, mi nariz, mis ojos cerrados, mi frente enjuta, la piel facial con la caricia y el recuerdo se tensa y rejuvenece poco a poco.
A los minutos palpo la cara que tenía a los 12 años, me encierro en la sensación, creo darme cuenta de que el deseo sexual me ha hecho envejecer de forma prematura y que la niñez es un periodo de tiempo largo en el que permaneces alejado de los mandatos tiránicos del genoma. Abro los ojos lentamente y viene a mi cabeza la historia que cuenta Haruki Murakami en “Sputnik mi amor” y no puedo hacer otra cosa que sonreír y esperar, decido abandonarme hasta que pase la tormenta.
Y la vida se hizo más llevadera sin darme cuenta, el aire menos pesado y mis pasos casi ingrávidos, ya no me molesto en pensar, no sirve de nada allí donde me encuentro.

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